La palabra usada en el nuevo testamento
para 'Seguir' es Akolouthein y se le conoce como la palabra del
discípulo. Los estudiosos han podido identificar seis significados
que se le atribuyen a esta palabra y arrojan luz al concepto que
Jesús aún hoy día tiene de lo que debe ser un seguidor suyo.
1-Soldados siguiendo a su comandante a
la batalla.
2-Esclavo siguiendo o sirviendo a su
amo.
3-Seguir o aceptar el consejo u opinión
de alguien.
4-Obediencia a las leyes de una ciudad,
aceptarlas como normas de vida y conducta.
5-Seguir el hilo o argumento de un
discurso.
6-Pegarse a alguien hasta conseguir
algún favor.
Vemos distintos matices a lo que
significa seguir a Cristo. Es estar listos para la batalla espiritual
a la que estamos llamados, servirle como sus siervos, aceptar y
seguir los consejos de Su Palabra, como nuevos integrantes o
ciudadanos del Reino es obedecer los mandamientos y leyes que nos
encomendó, es ser capaces de entender lo escrito en su Palabra y
reconocer que lo que necesitamos, su favor y gracia, solo provienen
de Él.
Algo curioso de la palabra Akolouthein
es que también se usaba para referirse a una manera particular de
seguir a una persona, es ir por el mismo sendero mientras se camina
junto (no delante, no detrás) a la persona que se sigue. Hay una
adagio popular que reza 'dime con quién andas y te diré quién
eres'; algo se nos pega cuando estamos con una persona por mucho
tiempo: sus gestos, sus palabras y expresiones, sus mañas, llegado
un momento parece que han sido cortados por la misma tijera. Si
camináramos con Jesús como sugiere la palabra Akolouthein entonces
nos debiera de pasar lo mismo.
El apóstol
Pablo entendía muy bien esto. En Gálatas 6:17, refiriéndose a la
circuncisión, Pablo dice: De ahora en adelante, que nadie me
cause problemas con esas cosas. Pues yo llevo, en mi cuerpo,
cicatrices que muestran que pertenezco a Jesús. En la antigüedad
un esclavo que andaba en un trabajo podía ser mandado por alguien
que no era su amo a que le hiciera un recado, aún si el esclavo no
había terminado su labor; luego él tendría que volver a su casa y
explicar por qué había tardado tanto. Sin embargo, los esclavos que
pertenecían a la casa real, al emperador, llevaban una seña, un
salvoconducto que impedía que alguien les molestase.
¿Cuál es tu seña, tu salvoconducto,
tus marcas? ¿Cuáles son tus cicatrices? ¿Acaso son las descritas
en Gálatas 5: 22-23 (leer)? ¿O son las cicatrices de Gálatas 5:
19-21 (leer)? ¿A qué distancia estás siguiendo a Jesús? ¿Caminas
a su lado o lo observas de lejos como lo hizo Pedro antes de que el
gallo cantara? Nuestra vida cristiana no crecerá, el ministerio no
prosperará, no seremos capaces de traer almas al Reino a menos que
tengamos en nuestro cuerpo las cicatrices de nuestro Señor
Jesucristo. Amén.