Abba,
¿y si mi problema es que no sé escuchar y distinguir tu voz? ¿Qué tal si lo que
yo quiero no es lo que Tú quieres que yo quiera? Me enseñaste, Papá, a que en
mi vida eres lo primero y que tus propósitos son ahora los míos. Me mostraste
que ninguna pasión humana tiene el derecho o la potestad de sustituirte. Es por
esto que te pido, Abba, en el nombre de Jesús, mi salvador, que mi corazón
pueda discernir claramente el suave sonido de tu voz, tus mandamientos y tus
estatutos. Instrúyeme en tu palabra, envuélveme
en tus alas de amor, no me dejes ir Papá… no me dejes ir. Abre mis oídos y mis
ojos pues anhelo reconocerte y hablar contigo; líbrame de mí.
Debo
usar mi talento si pretendo que me uses con ese talento; debo orar si pretendo
que me uses para interceder; debo alabarte si pretendo que me uses para alabar;
y por sobre todas las cosas, debo amarte si pretendo que me uses para amar. Yo
soy de ti, mi amado Dios, pon en mí traer uno más a los pies de Cristo. En el
nombre de Jesús, amén.