Antes de aceptar a
Cristo como mi salvador y redentor, jamás me había preguntado cómo se llegaba
al cielo. Una vez iniciada mi vida cristiana, he empezado a comprender un
conjunto de realidades plasmadas en la Biblia que se refieren específicamente a
cuáles son las cosas que debe de realizar el creyente para que su nombre sea
registrado en el libro de la vida. Si alguna vez usted se ha preguntado qué
debe hacer para obtener su pase al cielo, le recomiendo que se dirija a las
escrituras, está llena de toda la sabiduría que necesitamos. Pero quisiera
detenerme más en concreto en Salmos 15.
El capítulo comienza con
dos interrogantes “1Jehová,
¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?”; y luego
el salmista desglosa, en los versículos que le siguen, la respuesta a estas
interrogantes:
“2El que anda en integridad y
justicia, y habla verdad en su corazón.
3El
que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche
contra vecino.
4Aquel
a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová. El
que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia.
5Quien
no dio su dinero a usura, ni contra el inocente admitió cohecho. El que hace estas
cosas no resbalará jamás.”
Ahora, en esta primera parte, quiero
enfocarme en el único versículo donde se habla del requerimiento de una acción que
impacta directamente sobre la persona: “2El
que anda en integridad y justicia, y habla verdad en su corazón.” Este
pasaje me confrontó mucho, pues sin alcanzar estos hitos no puedo realizar los
siguientes que son los que te hablan de una actitud tuya para con los demás. Si
no soy íntegro y justo, y hablo verdad en mi corazón, ¿entonces cómo he de
discernir y cuidarme de los calumniadores, cómo daré honra a los que temen a
Jehová y cómo haré un buen uso del dinero?
Todos conocemos o tenemos una idea
bastante cercana de lo que es la integridad y la justicia, pero creo que no
todos sabemos qué quiere decir hablar
verdad en el corazón. Y se preguntarán, ¿cómo así? ¿Y el corazón habla? No
en el sentido literal de la palabra. Tiene más bien que ver con la sinceridad que
tenemos para con nosotros mismos, la relación entre nuestros pensamientos y nuestras
acciones.
Si queremos agradar al Señor tenemos
que permitir que su santo Espíritu nos
transforme. Si te analizas detenidamente y encuentras que tu accionar y tu
caminar por la vida no están acordes con la persona de Cristo, entonces pide
para que Dios te revele cómo debes de actuar de ahora en adelante.
Dios los bendiga.
Amén.
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