domingo, 5 de mayo de 2013

¿Cuáles son tus cicatrices?

        La palabra usada en el nuevo testamento para 'Seguir' es Akolouthein y se le conoce como la palabra del discípulo. Los estudiosos han podido identificar seis significados que se le atribuyen a esta palabra y arrojan luz al concepto que Jesús aún hoy día tiene de lo que debe ser un seguidor suyo.

1-Soldados siguiendo a su comandante a la batalla.
2-Esclavo siguiendo o sirviendo a su amo.
3-Seguir o aceptar el consejo u opinión de alguien.
4-Obediencia a las leyes de una ciudad, aceptarlas como normas de vida y conducta.
5-Seguir el hilo o argumento de un discurso.
6-Pegarse a alguien hasta conseguir algún favor.

        Vemos distintos matices a lo que significa seguir a Cristo. Es estar listos para la batalla espiritual a la que estamos llamados, servirle como sus siervos, aceptar y seguir los consejos de Su Palabra, como nuevos integrantes o ciudadanos del Reino es obedecer los mandamientos y leyes que nos encomendó, es ser capaces de entender lo escrito en su Palabra y reconocer que lo que necesitamos, su favor y gracia, solo provienen de Él. 

        Algo curioso de la palabra Akolouthein es que también se usaba para referirse a una manera particular de seguir a una persona, es ir por el mismo sendero mientras se camina junto (no delante, no detrás) a la persona que se sigue. Hay una adagio popular que reza 'dime con quién andas y te diré quién eres'; algo se nos pega cuando estamos con una persona por mucho tiempo: sus gestos, sus palabras y expresiones, sus mañas, llegado un momento parece que han sido cortados por la misma tijera. Si camináramos con Jesús como sugiere la palabra Akolouthein entonces nos debiera de pasar lo mismo.

        El apóstol Pablo entendía muy bien esto. En Gálatas 6:17, refiriéndose a la circuncisión, Pablo dice: De ahora en adelante, que nadie me cause problemas con esas cosas. Pues yo llevo, en mi cuerpo, cicatrices que muestran que pertenezco a Jesús. En la antigüedad un esclavo que andaba en un trabajo podía ser mandado por alguien que no era su amo a que le hiciera un recado, aún si el esclavo no había terminado su labor; luego él tendría que volver a su casa y explicar por qué había tardado tanto. Sin embargo, los esclavos que pertenecían a la casa real, al emperador, llevaban una seña, un salvoconducto que impedía que alguien les molestase.

        ¿Cuál es tu seña, tu salvoconducto, tus marcas? ¿Cuáles son tus cicatrices? ¿Acaso son las descritas en Gálatas 5: 22-23 (leer)? ¿O son las cicatrices de Gálatas 5: 19-21 (leer)? ¿A qué distancia estás siguiendo a Jesús? ¿Caminas a su lado o lo observas de lejos como lo hizo Pedro antes de que el gallo cantara? Nuestra vida cristiana no crecerá, el ministerio no prosperará, no seremos capaces de traer almas al Reino a menos que tengamos en nuestro cuerpo las cicatrices de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario