Dios permite nuestras circunstancias por una
razón. Para nosotros muchas veces es bastante difícil aceptar las situaciones
como una etapa de aprendizaje y crecimiento, confiando en que para cada golpe y
herida Dios tiene una cura. La tercera ley de Newton establece que para una
acción hay una reacción de igual magnitud; yo creo que detrás de cada acción
hay una lección que nos hace crecer proporcionalmente a la magnitud de nuestro
problema.
Entonces, ¿qué hacemos? Tal vez esta pequeña
oración nos de la respuesta: “Por tanto me agarraré de ti y no temeré al temor,
ni huiré de la angustia; sino más bien me apoyaré en ti, buscaré tu rostro, y
en medio de mis tribulaciones llenarás mi corazón de tu perfecto gozo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario