miércoles, 21 de noviembre de 2012

Nuestra actitud hacia lo imposible



Leyendo sobre el nacimiento de Jesús, específicamente en Lucas 1:5-38, me he encontrado con algo muy interesante y que posee relación con nuestra actitud como creyentes hacia lo que entendemos que es imposible. Según el relato bíblico, tenemos al ángel Gabriel apareciéndose delante del sacerdote Zacarías, anunciándole una promesa sobre el nacimiento de un hijo, a quien más tarde conocemos como Juan el bautista. Sin embargo, el sacerdote duda. 

Lo que me llama la atención es que aun siendo él quien era, irreprensible a los ojos de Dios y justo, como se le describe en el pasaje, dudara de la palabra que el Señor había dispuesto para su vida. Entonces me hace preguntarme, ¿cuántas veces no hemos puesto en cuestionamiento el dominio del poder de Dios sobre nosotros y nuestras situaciones aun conociendo quien Él es?

Estamos hablando de que Zacarías era un hombre justo, y en la Biblia no se da el calificativo a la ligera. También recordemos su oficio de sacerdote, es decir que es un estudiado de las escrituras; él conocía una situación similar (me refiero a Abraham y Sara). Por el relato sabemos que Zacarías perdió el habla hasta que la profecía se cumplió.

Si continuamos leyendo, a partir del versículo 26, vemos que este mismo ángel se le aparece a María, quien será la madre de Jesús, y declara en su vida un hecho imposible: concebir sin conocer varón. Ahora bien, es la actitud que adopta esta virgen ante lo imposible que marca la diferencia entre ella y el sacerdote Zacarías. En lugar de desconfiar, y creyendo lo que el ángel Gabriel le dice, “37porque nada hay imposible para Dios”, María obedece y dice que sea la voluntad de Dios hecha en su vida.

Lo que podemos concluir de esto, es que el factor que determinará qué tanto Dios haga lo imposible en y con nosotros, dependerá de qué tanto estemos dispuestos a creer y hacer la voluntad de nuestro padre. Por favor, recordemos quién es el Dios al que adoramos.

2 comentarios:

  1. Se podrían escribir cientos de palabras para comentar, pero basta con una sola, que resume el hecho de que comparto absoluta, total, radical y plenamente lo expuesto. Esta palabra es: ¡AMÉN!

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  2. Si no somos capaces de creerle a Dios en lo pequeño y simple, no seremos capaces de creerle en lo grande y extraordinario. Dios siga bendiciendo tu vida y usándote.

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