miércoles, 19 de diciembre de 2012

Corazón enfermo



Un cachorro triste es un cachorro enfermo. Todo el que tiene o ha tenido un perro sabe que estos animalitos siempre están llenos de vida, entonces, cuando pierden el ánimo que les caracteriza y permanecen cabizbajos, en algún lugar remoto de la casa, sin querer hacer nada ni comer, sabemos por instinto que algo anda muy mal con nuestro can. Hace tiempo yo tenía un cachorro (lo llamábamos Chango) que era bien vivaracho y listo, me encantaba jugar con él. Sin embargo, un día no quiso levantarse de su cama. Pensé que simplemente no estaba con las ganas de corretear ese día. Lamentablemente él siguió así en los días siguientes y cuando lo llevé al veterinario ya era demasiado tarde. Recuerdo entonces las palabras del doctor: “Un cachorro triste es un cachorro enfermo.” 

Se preguntarán por qué les cuento esta anécdota. Buen punto, ya lo explico. Hermanos, a veces, en nuestros corazones, somos como ese cachorro triste que se aleja y deja de comer y beber, y ya no quiere hacer nada. Estamos enfermos pero nadie a nuestro alrededor puede ver nuestro corazón para curarlo. Dios te hace la invitación y toca la puerta. Él es quien conoce el interior de las personas y tiene potestad para sanar y libertar. De parte de nosotros queda el levantarnos del sillón y atender al llamado. Nuestro Señor es paciente, pero puede ser que al igual que a Chango llegue un momento en que sea demasiado tarde. Un corazón triste es un corazón enfermo. Permitamos que nuestro Salvador nos cure el alma.
  

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